La exposición, organizada por el Centro de Estudios Catalanes, en colaboración con la Fundación Felícia Fuster y el Instituto Ramon Llull se configura como un diálogo, tanto por la disposición de las obras como por la diversidad de sus materiales y elementos. La muestra no sólo busca conexiones formales o conceptuales con la poesía de Felícia Fuster, sino que también explora las diferencias entre los procesos del arte y los del lenguaje poético. Concretamente, algunas piezas han sido creadas específicamente para la ocasión, mientras que otras provienen de trabajos anteriores, en las que se detectan vínculos con la obra de la poetisa.
El predominio del carácter eminentemente lírico de las piezas incita a una lectura que puede convertirse oscura o intencionadamente difusa, tal como sugiere la indefinición del título. Sin embargo, hay ciertos aspectos que son recurrentes; aluden a la materialidad que emana de algunos poemas de Felícia Fuster y hacen pensar el texto como algo con cuerpo y peso: su obra está atravesada por la chatarra, el sílex, la arena, la luz, la química de los objetos y la oscuridad de partículas universales, inmemoriales. La fisicidad de estos elementos remite a diversas escalas temporales y espaciales. Aquí, el lenguaje se nos presenta como un marcador cultural orgánico: las palabras de la poeta inician un imaginario desde nuestro aquí y ahora, haciendo un salto por encima del tiempo y la geografía. Sin embargo, el diálogo es posible.
Felícia Fuster (Barcelona 1921 - París 2012) fue una escritora, pintora y traductora. Instalada en París desde los años cincuenta, Fuster se ha convertido en una de las voces más singulares de la literatura catalana contemporánea. Consideraba que "lo importante es el arte y la lengua." Toda su obra se caracteriza por una fuerte personalidad y por el afán de libertad que desplegó en todos los ámbitos de su vida.
Su trabajo literario se caracteriza por la introspección existencial, con un alto grado de rigor y experimentación formal. La soledad y la asertividad, pero, producen una escritura que se abre a todo el mundo y no se aleja del compromiso social. Este experimento se encuentra cercano a las formas de la tradición vanguardista y japonesa, que tienen una larga tradición en Cataluña desde principios del siglo XX.