Institut Ramon LLull

Influencers normales

paperllull.  BARCELONA, 15/11/2020

En las décadas cruciales en que Internet ha sustituido la televisión y los libros como educador y entretenedor principal en todas las lenguas y culturas normales, no ha habido influencers en lengua catalana. Qué salud tiene el ecosistema influencer catalán actualmente? Nos lo explica el filósofo y periodista Joan Burdeus.




Encuestas recientes certifican un cambio en el signo de los tiempos: preguntados por qué les gustaría ser de mayores, los niños ya no responden ni médico, ni abogado ni astronauta: por encima de todo, quieren ser YouTubers. Esto podría ser más o menos catastrófico para el futuro de la civilización en general, pero supone una amenaza existencial muy concreta para las lenguas minorizadas, entre las que se encuentra el catalán. Porque un rasgo común entre los influencers más importantes del mundo de habla castellana, como Auron Play (Videojuegos), Paula Gonu (Moda) o Patry Jordan (Estilo de vida), es que son catalanes pero no usan el catalán.

"Pues mejor para todos: las lenguas sólo sirven para comunicarse" dirían según qué fake-cosmopolitas, que ven en la diversidad la maldición bíblica de la Torre de Babel, como si más lenguajes equivalga a más malentendidos. Gracias a la sociolingüística o al pensamiento postcolonial sabemos que es justamente lo contrario y el multilingüismo no es un juego de suma cero: las lenguas no comunican un mismo contenido, sino que cada lengua crea una visión irreductible del mundo que refleja la experiencia propia de cada comunidad. Los temas más editados de Wikipedia en cada idioma varían dramáticamente en cada lengua, es decir que las lenguas fuertes en Internet hablan de lo que les interesa y se definen a sí mismas, mientras que las lenguas débiles deben adaptarse a agendas ajenas y aceptar las definiciones de los demás.

Pero a parte de una visión del mundo, elegir una lengua también es elegir un mercado, y en España, un nativo digital con ambiciones puede elegir entre los 10 millones de hablantes del catalán o los 500 millones del castellano. Esto ha hecho que en las décadas cruciales en que Internet ha sustituido la televisión y los libros como educador y entretenedor principal en todas las lenguas y culturas normales, no haya habido influencers en lengua catalana y que, consecuentemente, durante unos años el catalán no haya sido una lengua normal. Hasta que llegó Juliana Canet y el canal Malaia.

Juliana Canet, nacida en Cardedeu en 1999, es la primera influencer digna del nombre que habla en catalán de la historia, que no es una historia muy larga pero si que es trepidante. Como todos los influencers, el talento de Canet es la permeabilidad: desde que las tecnologías digitales han difuminado los obstáculos para comunicarnos, los más dotados para atravesar los poros de las conciencias sin generar rechazo han podido escolar dentro de nuestro día a día a través de las pantallas. Canet posee la amalgama de cualidades atractivas pero imposibles de concretar que toda la vida se ha dicho carisma, y ​​que hace que cuando preguntas a la gente por qué les gusta sean incapaces de responder con nada más definido que "porque es ella misma ". La otra formulación habitual es "porque me siento identificado", y es esta mezcla dulce entre autenticidad y capacidad para despertar un sentimiento de reconocimiento que hace de Canet un ejemplar canónico de la joven tradición de los influencers. Canet dedica la vida a hablar de su vida o, en sus palabras, "Soy una persona que explica cosas".

Si un sociólogo sumara estas cosas y realizara la división, obtendría la media perfecta de Cataluña. No en vano, cuando Canet somete a análisis su espontaneidad suele exclamarse satisfecha y sorprendida: "Chicos, si es que soy Cataluña!". Y no le falta razón: su biografía es lo más parecido a una centralidad catalana en la época de identidades hiperfragmentadas. Si existiera una expansión de los Sims Edición Cataluña, Canet sería el personaje predefinido. Rural y urbana, alta y baja cultura yuxtapuestas, mujer joven de clase media, Canet es de Cardedeu (le gusta recordarlo) pero ahora vive en un piso de estudiantes en el barrio del Eixample de Barcelona (algo que le gusta celebrar ). Estudia lengua y literatura catalana en la universidad y dice que (tal vez) quisiera ser profesora de Instituto, trabaja en un programa de la radio pública sobre cultura adolescente y utiliza todas las ventanas digitales a su disposición para retransmitir un costumbrismo enfático, una comunicadora que entiende los códigos nuevos y es capaz de afilar la cotidianidad pasándola por un baño de buen humor y autoconciencia. Series, reality shows, música pop, política, feminismo, comida ... Canet habla, como diría el tópico y dice ella misma desde la ironía "de los temas que realmente interesan a la gente". En resumen, es una influencer normal.

A pesar del abuso está estropeando el concepto, la posición que designa la palabra "influencer" sigue respondiendo a una serie de transformaciones sociales que han venido para quedarse. La/el influencer ofrece respuesta a una pregunta formulada por los últimos cambios en la tecnología y el consumismo: cuál es la mejor manera de captar la atención y ganar la complicidad de las nuevas generaciones? El agotamiento de las formas verticales de la comunicación de masas clásicas combinada con las posibilidades de las redes sociales, han hecho necesarias figuras como Canet para abrir los oídos de los nativos digitales, por ser para un zoomer lo que un actor famoso, un presentador del telediario o un cantante de rock fueron para un boomer. Pero siempre que hay capacidad para ser escuchado, hay poder y es por eso que el capitalismo no tardó en conquistar los campos vírgenes y utópicos de Internet y convertirlos en eso que son hoy en día. La/el influencer es aquel que genera contenido que influye, y allí donde hay influencia, hay mercado.

El catalán como lengua normalizada en Internet

Pero a la lengua catalana le falta mucho para tener un mercado normal en Internet. El problema es, fundamentalmente, de espacio: mientras todas las lenguas grandes o pequeñas tienen un lugar propio, un territorio concreto en el que una sola lengua es la protagonista imprescindible para que los hablantes puedan desarrollar su día a día, en Cataluña existe la opción de vivir al 100% en castellano. La escuela había sido un contrapeso imperfecto de este hecho, mientras que la irrupción de lo digital ha reventado un equilibrio que ya era precario introduciendo un nuevo espacio en el que se puede hacer absolutamente todo sin pasar ni un segundo por el catalán. Resulta que en este espacio virtual, los jóvenes invierten más tiempo y más pasiones que en ningún otro, incluida la escuela. En los estados donde la lengua oficial no es una lengua global, el poder político ha respondido redoblando los esfuerzos para que la lengua propia tenga en la red el mismo espacio seguro que en el mundo real, un entorno donde lo importante sea lo que se hace con la lengua y no con qué lengua se hace. En Cataluña, este espacio no existe ni en físico ni en digital.

En este contexto imperfecto floreció espontáneamente Juliana Canet y este 2020 se ha creado el Canal Malaia. Fundado por la misma Canet, conjuntamente con los comunicadores Claudia Rius, Arnau Rius y Bru Esteve, Malaia es una plataforma que agrega y fomenta la creación de contenidos para YouTube en catalán; un paso hacia la normalización. No es un contenido cualquiera: son los códigos y las dinámicas de las que hemos estado hablando con la etiqueta de influencers. Si el catalán ha tenido que esforzarse y aún tiene problemas para normalizarse en el mundo del cine o las series de televisión debido a su elevado coste de producción, el reto y la oportunidad del mundo de los influencers es diferente. El coste es muy bajo, pero aún no existen mecanismos para recibir un retorno de este contenido como bienales con premios jugosos, festivales de prestigio o un circuito para vender el producto traducido a otras lenguas. La proximidad y la inmediatez que da sentido a los influencers los hace inexportables y los equipara a negocios como el periodismo. Y, del mismo modo que el periodismo es un actor social y cultural pero también es un negocio que combina financiación privada y pública, que crea comunidad y al mismo tiempo economía, Malaia quiere demostrar que hay un espacio igual de productivo para el catalán en YouTube.

Pero así como hay conciencia de la importancia del periodismo en todo el mundo y las lenguas minorizadas afanan en promover diarios digitales, los nuevos actores se están dejando de lado. Ya en 2013, el investigador András Kornai apuntó al estudio "Digital Language Death" que el 95% de todos los lenguajes en uso nunca se normalizarían en Internet.

Las lenguas que mueran serán las que reaccionen a la defensiva y se replieguen en usos determinados en vez de irrumpir con fuerza en todos los ámbitos de la realidad de sus hablantes. Lo normal es que las lenguas sean a la vez una idea y un mercado, que además de usos culturales tenga de sociales y de económicos. Una lengua fuerte es la gasolina de un círculo virtuoso en el que la cultura produce riqueza y la riqueza produce cultura. El mercado del siglo XXI es digital, y los influencers, vlogers, YouTubers, instagramers y toda esta constelación de palabras todavía nuevos y en inglés, son los actores propios de este mercado y los únicos que pueden participar con naturalidad. Las lenguas normales tienen influencers.

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