Institut Ramon LLull

Las músicas urbanas catalanas

paperllull.  BARCELONA, 09/08/2020

¿Qué son las músicas urbanas? Qué explica su éxito en nuestro país, con Rosalia como gran faro internacional? Como viven estas nuevas voces en referencia a la lengua? Luis Hidalgo reflexiona en este artículo.




La reciente explosión en todas partes de las músicas urbanas es uno de los frutos del impacto de fenómenos derivados del desarrollo tecnológico, como la rotura de fronteras generado por la digitalización, la globalización, la evolución del concepto de identidad y el posicionamiento de los jóvenes hacia una sociedad que lejos de aceptarlos como garantía del mañana, les ofrece un presente precario y un futuro lleno de incertidumbres. Han sido las víctimas de la crisis del 2007 y lo serán de la Covid-19. Si la música es el resultado cultural de una sociedad y refleja lo que la inquieta y esperanza, las músicas urbanas serían hoy el espacio donde mirar para vernos y entender lo que vive parte de nuestra juventud. La música, como siempre, muestra cuáles son sus anhelos y frustraciones.

Las llamadas músicas urbanas son un conglomerado de estilos con base electrónica como el hip-hop, su derivado el trap, el dancehall de origen jamaicano, el rhythm and blues de raíz negra y el reggaeton, con partida de nacimiento al cruce entre reggae, hip-hop y el latido latino. No son músicas puramente nuevas, son evoluciones que han vuelto a dar centralidad en la ciudad representada por los barrios, espacios donde los artistas se sienten reales, tienen sus referencias vivenciales y extraen su "autenticidad", un concepto no precisamente nuevo en mundo de la música. Estos sonidos vienen funcionando desde hace años, pero ahora están marcando una grieta generacional entre jóvenes y adultos, una grieta que apunta a una rotura generacional que hacía décadas no se producía. Los adultos no entienden la música de sus jóvenes cuando no, directamente, la encuentran irritante.

Con el soporte fonográfico diluido y la red como espacio de exposición, la industria ha perdido también el paso. Esta explosión urbana se ha producido en buena medida al margen de las estructuras industriales, recordamos que El mal querer de Rosalía, la artista catalana con más proyección internacional, se grabó en una habitación con dos ordenadores y un micrófono manipulados por El Guincho, su productor. La canción es ahora la unidad expresiva, como en los años 60, y la productividad del artista se acelera, ya que la red, como la propia sociedad, es voraz. Lo paradójico es que si la industria ha perdido parte de su centralidad, no pasa lo mismo con su principal dictado: triunfar. Los artistas de música urbana, en términos generales hijos de clases populares, han visto el escaso efecto de la denuncia social en una sociedad donde el mercado, la competencia y la celebridad han acentuado su peso, y más que luchar contra el sistema, se aprovechan de él. O lo intentan. Por eso cuando preguntan a Albany, cantante de trap nacida en Barcelona y criada en Granada, medio gitana y "chony" convencida, qué planes artísticos tiene responde "ganar pasta, claramente" [1]. No faltan grupos, mayormente de hip-hop tradicional perfil At Versaris (Sabadell), los más veteranos de la escena catalana, o Zoo (Valencia) más abiertos estilísticamente y localistas, que componen letras sociales, pero no representa una actitud mayoritaria.

Identidad, sexo y desidia

La evolución de la identidad es uno de los elementos que más se ha transformado en este ámbito musical. Los músicos son de su barrio, reflejo de una sociedad dinámica donde se mezclan orígenes e idiomas. Lildami (Terrassa), de clase media, es uno de los nuevos valores del trap / hip-hop catalán y, sobre el tema, dice "mi padre es de Córdoba, mi madre catalana. Con uno hablo castellano, con la otra catalán ... (y yo) hablo un catalán mestizo "[2]. Caso similar es el de 31FAM (Sabadell), que en canciones como Valentina son trilingües, lo que no les impide gritar "Viva Tarradellas, viva el trap en catalán" [3]. O artistas como AmbKor (Ripollet), que a pesar de utilizar el castellano, luce nombre proveniente de un catalán debidamente pervertido. La falta de un argot urbano del catalán facilita la importación de términos del castellano -At Versaris: "si la vida són dos dies, pregunta-li a un buseru" [4] -, cuando no una identidad lingüística hecha con la mezcla de idiomas y una escritura fonética que revienta las normas ortográficas.

Bad Gyal (Vilassar de Mar), una artista de dancehall en pleno despegue internacional, destrozaba el catalán normativo en Pai, con estrofas como "“et vai duna lu q ningú t donava/ no vas flipa eral nivell kasparavas/ pel barri sasap kin pussy es lke mana/ així k yasas kes alket toca ara” [5]. Al respecto, Lil Guiu, de P.A.W.N GANG (Barcelona), un grupo pionero del trap en catalán, dce “no sé en qué año se escribió el Pompeu Fabra y no sé cuándo se cerró la normativa de la lengua catalana, pero al final la gente escribirá como escribe en el WhatsApp. El puto idioma sirve para comunicarse y para que pueda ser entendido lo más rápido posible. Irá evolucionando, la gente empezará a olvidarse de los apóstrofes y los acentos” [6]. Uno de sus éxitos se titula Vui se pulisia, y su último disco Oli d'uliva. 

El sexo es otro elemento clave para definir el trap y al denostado reggaeton, nacido en sociedades latinoamericanas donde la sexualidad no se encuentra tan cercada por el catolicismo. Hoy ya no sólo lo reclaman los chicos, son ellas, que utilizando un lenguaje masculino "re-semantizado" a su favor, dan su visión. La mujer ya no es un sujeto pasivo, y puede reclamar ser una "puta / zorra / bitch" entonando "raka, raka, raka, estamos follando tan fuerte que retumba la casa .... raka, raka, raka ven a ponerse me a cuatro patas "como lo hace Neish a Briganty Boy, miembros del dúo de reggaeton Crimen Pasional (Sitges / San Pere de Ribes) en Raka Raka. Uno de sus gritos de guerra es, precisamente, "xulos i meuques". Otro: "from la Costa Daurada, mami", tres idiomas en cinco palabras. También el feminismo ha hecho un espacio en las nuevas generaciones, y grupos como Tribade (Barcelona), hip-hop de orientación feminista y anti capitalista, respondían sobre su nombre diciendo "significa amor entre dones o no te portes mal que llevamos tijeras ". [7]

La desidia en el hecho de cantar propia del trap, que recuerda la cadencia de quien ha fumado marihuana, irrita particularmente los adultos, así como la inexistencia de instrumentos tradicionales, todo es máquina, ritmos programados y, encima, la voz se puede filtrar con el autotune (efecto barrufet). Ante una tradición de guitarras, virtuosismo y relación directa entre movimiento físico del músico y producción de notas y armonías, las músicas urbanas, de sustrato electrónico, rompen el modelo. Lo hacen artistas de todo el territorio tanto en catalán como castellano o indistintamente en los dos idiomas como Eleane (Lleida) - a Vicis d'estraradi samplea La Tieta de Serrat-, Rels B (Palma de Mallorca), Homes Llùdriga (Barcelona ), Flashy Ice Cream (Sabadell), Pupil·les (Valencia), Hwoarang (Ibiza), Lory Money (senegalés establecido en Cataluña) o JazzWoman (Aldaia).

Esto sin olvidar dos de los más reputados productores del momento, Alizz y Steve Lean o de una Rosalia que ejemplifica el nuevo mundo multicultural que han propiciado internet y las migraciones: ha llevado el catalán América con Millonaria, cuando el primer disco que se compró la de Sant Esteve de Sesrovires fue uno de Estopa.

NOTAS
[1] Video a Playground 17/10/2018
[2] El País. 5/2/2019
[3] Ferràn Adrià
[4] No apte
[5] Et vaig donar el que ningú et donava/ no vas flipar, era el nivell que esperaves/ al barri ja se sap quin cony és el que mana/ així que ja saps que és el que et toca ara (Pai)
[6] El Nacional.cat. Maig 2020
[7] Catalunya Plural 11/02/2019. La segona frase en castellà a l’original

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