Bernardí Roig hace un paralelismo entre la confrontación entre Caravaggio y Ranuccio Tomassoni en 1606 a raíz de un partido de Pallacorda (juego precursor del tenis) y el grito del tenista John McEnroe en la final de Wimbledon de 1981 contra Bjørn Borg (donde profirió un grito que inspira el título de la exposición).
El artista establece una conexión entre lo que se ve, el recuerdo de un lugar, y los acontecimientos históricos, comparándolos con la realidad. El modelo de exposición se concibe como un "dispositivo de alteración": el artista construye el diálogo entre tradiciones históricas e iconográficas de diferentes épocas, y utiliza un número igualmente variado de relatos heterogéneos que dan a la muestra la apariencia de venir derivada desde otra obra.