Institut Ramon LLull

Paco Poch: «De un buen documental te acuerdas siempre»

paperllull.  BARCELONA, 17/03/2021

Paco Poch es un nombre clave para entender el cine de autor e independiente de los últimos treinta años en nuestro país. Especialmente relevante en el campo del documental, el Festival de Toulouse le dedicó en 2016 una retrospectiva que ha quedado recogida en el libro 'Sobre el cine documental producido por Paco Poch y su retrospectiva en la XXI edición del Festival Cinespaña de Toulouse', de Gabriela Zea. Una entrevista de Esteve Plantada.




Profesor, conversador infatigable, emprendedor, cinéfilo, cineclubista. Pero, sobre todo, productor. Paco Poch (Igualada, 1951) es uno los nombres imprescindibles para entender el cine de autor e independiente de nuestro país en las últimas tres décadas, especialmente en lo que se refiere al ámbito del documental, tarea para la que mereció la retrospectiva que le dedicó el Festival Cinespaña de Toulouse en 2016. Entre otros, ha trabajado con cineastas como Isaki Lacuesta, Patricio Guzmán, José Luis Guerín, Béla Tarr o Valeria Bruni Tedeschi. Cine, poesía y revolución.


-Eres licenciado en Historia moderna (UB), pero te acabas dedicando profesionalmente al cine.

Estudié Historia, pero en realidad era como si hubiera estudiado Humanidades. El programa tenía asignaturas muy diversas y pude tocar muchas teclas. Una vez terminada la carrera, hice el Master en Economía y Dirección de empresas, porque tenía claro que me quería dedicar a la producción, pero sólo sabía cosas de cultura, del mundo y de la gente ... pero de empresa, nada de nada! Más tarde, hice el doctorado en producción audiovisual, en la Pompeu Fabra. Me gusta la formación que he tenido, porque es coherente: hay fotografía, humanidades, empresa y también hay producción audiovisual.

-Empezaste haciendo de fotógrafo cultural.

Como en aquella época no se podía estudiar cine, me puse a trabajar de fotógrafo con Manuel Muntaner, fotos de cultura principalmente. Era un mal fotógrafo [risas]. Pero hice las fotos de Crònica d'un temps, de Ovidi Montllor, en blanco y negro, o algunas de Quico Pi de la Sierra.

-Cuando descubres que el cine es tu vocación?

Con dieciséis años, el Cineclub Mirador del Foro Vergés, donde ahora está el Edificio Balmes de la Universidad Pompeu Fabra. Pillé El Evangelio según San Mateo de Pasolini, À bout de souffle, de Godard, con aquella secuencia tan impactante de Jean-Paul Belmondo intentando quitarle la camiseta a Jean Seberg bajo el Guernica de Picasso. Yo también le quería quitar la camiseta! Esto es lo que me enganchó más del cine. Y que en la película, el personaje de Seberg no se deja quitar nunca la camiseta. Me encanta! Es la idea de la identificación: cuando empieza la película tú ya estás dentro, totalmente enganchado. También hicieron Pierrot le fou (Godard, 1965) y me identifiqué con Pierrot: todo el mundo me decía que me parecía!

-Nada de cine de gran consumo?

Lo más comercial que se programaba el cineclub eran Los pájaros (1963) de Hitchcock, que es muy interesante a nivel psicológico. Todo era un gran descubrimiento. Fui haciendo y también llegué al cine del Este, sobre todo cine checo, con las primeras obras de Milos Forman, como Los amores de una rubia (1965), cine sueco como Elvira Madigan (Bo Widerberg, 1967), el cine de arte y ensayo, y el cine italiano, como las películas de Michelangelo Antonioni y el primer Fellini, Marco Bellocchio,. o Glauber Rocha y Dios y el diablo en la tierra del sol (1964). Quedé estupefacto, tremendamente impresionado por todas estas películas. Era muy impactante!

-El descubrimiento venía acompañado de unos momentos muy potentes a nivel social y cultural ...

Era la época de la semiótica, del marxismo, de la antropología filosófica... acababas haciendo un popurrí muy interesante. Y, encima, tenías el Mayo del 68 fresco y los black panthers a punto de hacer la revolución. El mundo hervía!

-No te da miedo ver que no hemos avanzado mucho, en algún terrenos sociales? Si lo miras bien, parece que estamos en el mismo punto ...

[Ríe] Estamos muy igual! Hace pocos días la UPF ha hecho Doctora Honoris Causa a Angela Davis. Es una figura hiperactiva, que lo tiene todo: lucha racial y social, feminismo ... y no para. Quizás no hemos avanzado mucho, pero todas estas luchas han servido para no retroceder. Es esto: más que avanzar, lo que hacemos es evitar que se retroceda. La lucha hace que el fascismo y la dictadura no vayan creciendo.

-Como llegas al documental, en aquellos años?

En mi formación como cinéfilo, recuerdo muy pocos documentales. Recuerdo The War Game, de Peter Watkins, sobre la bomba atómica. O A bigger splash, Jack Hazan, la historia del famoso cuadro de David Hockney. Muy pocas obras, pero muy buenas. Ahora hay más, con algunos documentales de gran impacto. Como los de Wim Wenders, por ejemplo The Salt of the Earth (2014).

-El Festival Cinespaña de Toulouse te dedicó en 2016 una retrospectiva por tu contribución al género del documental, donde tienes una relevancia fundamental. ¿Qué tiene el documental que nos gusta tanto?

He cultivado mucho la línea del falso documental, que encuentro muy interesante. El tema es que de un buen documental te acuerdas siempre. Y que siempre te es útil. No creo que ahora se en hable más que antes, o que esté de moda, sino que hoy en día todo el mundo ha visto un documental que le ha impactado, que le ha sido útil y que le ha interesado.

-De pequeño, tenías algún vínculo con el cine? De dónde viene esta pasión?

Mi padre hacía jerseys, la empresa se llamaba Mallerich. Era una persona muy exquisita y se montó la publicidad, en los años 60, con un sistema algo innovador para la época: cogió todos los actores americanos que venían aquí a rodar (Tyrone Power, Ava Gardner, Liz Taylor, etc.) y se hacía un catálogo donde decía "Mallerich viste a las estrellas". Era un montaje. Aparte de esto, mi padre había escrito algún artículo sobre la influencia del cine en la moda y también teníamos una cámara y proyector en casa, donde pasábamos películas del Charlot. Todo esto va dejando huella ...

-En tu formación cinéfila, cuál fue el momento clave?

Cuando vas ampliando tu propio horizonte humano con las películas que ves, cuando te sirve para ver otros países, otros mundos, y cuando te das cuenta que los problemas de la gente de todo el mundo también son los tuyos. Ya en la universidad, en plena época de Nixon y la guerra de Vietnam, nosotros veíamos los carteles que decían "Nixon asesino" y nosotros aprovechábamos y hacíamos lo mismo, pero adaptado: "Franco asesino". Una vez, nos pillaron en una de estas manis. Iba con un compañero por delante de la comisaría de la calle París, justo cuando estaban apedreando el Banco Atlántico. Y nos cogieron.

-Estuvistes detenido?

Una semanita en prisión! Por suerte, no me pasó nada, allí dentro ... Esto me hace pensar en cómo vivía el momento, y las implicaciones de cada uno. Recuerdo que un día, a las doce del mediodía, estaba viendo Gertrud (1964) del Dreyer en el cine Alexis. La película termina con una silla vacía. Y me hizo pensar mucho: eran las doce y yo estaba en el cine, mientras la gente estaba en la calle. Vivía mucho esta dicotomía, entre la acción y la cultura. otra vez, un compañero me dijo que hacía una semana que me buscaban, que estaban sufriendo por si me había pasado alguna cosa. Y yo estaba en el pueblo, estudiando! "La revolución en marcha, la gente en la calle ... y tú en el pueblo!", Me dijo. Me impresionó mucho que tuviera esta tirada por la cultura y el arte mientras el mundo estaba luchando por el cambio.

-La cultura también transforma sociedades, no?

Es el camino que yo he cogido! Pero en la época me costó asimilar, tuve muchas conversaciones en torno a este tema, con mucha gente militante y alternativa.

-¿Qué piensas, con los años?

Para mí es muy importante la opción pacifista y la de la desobediencia civil, dos elementos que me motivan muchísimo. En este momento, estoy en la línea que impulsa Òmnium, porque no es ningún partido político y está haciendo un gran trabajo, y me provoca mucha tristeza que el presidente de la entidad [Jordi Cuixart] esté en prisión. Cuando me pidieron que entrar en la junta, me lancé con los ojos cerrados! A veces, como activista, parece que el trabajo no sirve para nada, como decíamos. Pero creo que sí, que siempre tenemos que ir haciendo, que es útil, aunque a veces pienses que haces poco. Todo ayuda a que el mundo mejore o, como mínimo, que no vaya hacia atrás.

-Empiezas tu aventura cinematográfica en 1979. Un año después haces de productor delegado de Pepi, Luci, Bom y Otras chicas del montón, la primera película de Pedro Almodóvar.

Era en Fígaro Films. Como jefe de producción hice Navajeros, La revuelta de los pájaros, y muchas otras. En Pepi, Luci, Bom y Otras chicas del montón en realidad no hice nada, ayudé en lo que pude, pero ellos eran una cooperativa que se lo hacían todo. Estoy muy contento de haber estado, pero es una medalla que no me he querido poner nunca. Simplemente colaboré como técnico.

-Cinco años después creas tu propia productora, Virginia Films.

Dejé el trabajo de Fígaro Films cuando murió mi padre. Fue un período de reajuste familiar. Y entonces monté mi propia productora, Virginia Films, y hice La señora (Jordi Cadena, 1987). Al mismo tiempo, creé Catalán Films como organismo de la Generalitat para promocionar el cine en nuestra lengua. La primera operación fue en el Festival de Berlín, donde pedimos un stand y no nos lo dejaban. Tuve que ir a ver al director del certamen, un pequeño conflicto diplomático. Al final, en Carmelo Romero, que entonces era director de promoción del cine español, acabó montando un stand para las autonomías, que apenas empezaban a funcionar.

-El "café para todos", vaya.

Exactamente! Pero al final salimos. Catalan Films es un gran departamento de promoción del cine catalán, que aún funciona.

Paco Poch. Foto: Óscar Fernández Orengo.

-El 1994 creastes Mallerich Audiovisual, que tomó el relevo de Virginia Films y con la que has producido diversos largometrajes y documentales, entre otros de Isaki Lacuesta.

Con Virginia Films tuve un problema muy fuerte a nivel económico. Tenía un administrador en la empresa que me iba endeudando de manera astronómica, sin que yo tuviera el control. Se fue creando un problema financiero y tuve que cerrar. Pero no quiero decir que me estafaran. Me estafaron, sí, pero también es mi culpa de no haberlo controlado ... El agujero crecía y crecía y un día dije basta. Necesitaba parar y detener aquella inercia. Y volví a empezar con Mallerich.

-Y fue bien.

Sí, pero el período de travesía del desierto fue muy duro. Curiosamente, mi padre también había hecho una quiebra en la crisis del 63, y por ello la productora se llama Mallerich, porque él también se salió.

-En el libro, Manuel Pérez Estremera define el estilo de Paco Poch como "una mezcla de rigor, capacidad de trabajo, conocimiento cultural, realismo laboral sin desatender las necesidades principales de la dirección, y habilidad en el mundo de posibles compradores, festivales y panorama internacional, y todo ello bajo el sencillo aspecto de un sabio distraído ". Es así? Tú como definirías el estilo Paco Poch?

No es así, porque dice muchas cualidades que yo no tengo! Sí que tengo esto de los contactos internacionales, sí soy un "sabio distraído". Pero Pérez Estremera lo que hace es explicar qué debe ser un productor, de mí habla muy poco [risas]. Tengo rigor y falta de rigor a la vez: me muevo bien, pero desordenadamente. En mi estilo se mezcla el aspecto humano, de contenidos, de intereses, de elementos cultos y al mismo tiempo progresistas. La idea de que el cine es la vida y la continuación de tus sueños. Así definiría mi estilo. Y que la poesía no está reñida con la reivindicación.

-Aparte de productor, también has tenido una larga trayectoria como profesor: en la UPF y como director del Máster en Producción y Distribución Cinematográfica (EPAC / ECIB / Mediapro / UVIC).

La tarea de profesor es muy importante para mí, y no se habla nunca. Empecé en 1995 en la primera promoción de producción de la Pompeu Fabra. Fui su profesor durante 25 años y me cansé.

-¿Por qué lo dejaste?

Vino el tema de las webseries, los videojuegos ... varias cosas que me hicieron dar cuenta que estaba perdiendo el tren. Me sentía como los campesinos que van aún con la mula a arar y que no saben cómo funciona el tractor ... Culpa mía, no de los alumnos ...

-De hecho, el audiovisual está cambiando de arriba a abajo: las salas de cine cierran, la exhibición debe reinventarse, las plataformas bajo demanda ... Hacia donde vamos?

Recientemente, el director del Festival de San Sebastián me dijo que los jóvenes ven, por estadística, un 10% de una película. Más que de distribución y de contenido, tenemos un problema de "memoria de pez", de la poca atención que dedicamos a las cosas. Cada 10 minutos hay una gran cantidad de interrupciones de atención, pasamos a otras cosas muy deprisa. No puedo decir que sea ni mejor ni peor. Ya te lo decía: estoy acostumbrado a ir con la mula a arar y ahora me vienen con el tractor [risas]. Yo no puedo decir que esto no sea válido, porque podría ser parte del progreso, no sé ...

-Pero qué viabilidad le ves hoy en día a hacer películas y en estrenarlas en el cine? Esto tiene un retorno económico o hay que repensarlo todo?

Sí que tiene, todavía. Pero con el condicionante de que ahora todo depende. En parte de las plataformas. Cuando la plataforma dice que sí, la película tira adelante. Todo se recicla hacia televisión y series. Si tienes el apoyo de la tele, de ventas internacionales y de las plataformas, puedes hacer una película. Ahora bien: siempre películas de amplio espectro ... Si yo llego con el Béla Tarr o con una propuesta de la Pina Bausch, y lo tengo difícil, ciertamente. Allí tienen su propio sistema. Esto me lleva a responderte la pregunta y decir que estamos formateando hacernos todos hacia un modelo diferente.

-No se puede negar que tener Béla Tarr en el catálogo es todo un punto.

Fui en peregrinación a verlo en Budapest! Cogí tres billetes de avión y pasamos una noche con él. Un tipo maravilloso. Cenamos con él, charlando ... y al día siguiente, nada. No lo vimos más y ya no lo he vuelto a ver nunca más. El tipo estaba muy mosca con el cine, dijo que aquella, El caballo de Turín (2011) sería la última película que haría. Leí que era una metáfora de Europa, que todos acabaremos de mileuristas. Una visión pesimista de nuestro futuro que parece que se va cumpliendo.

«De un buen documental te acuerdas siempre y siempre te es útil»

«Mi estilo? La idea de que el cine es la vida y la continuación de tus sueños. Y que la poesía no está reñida con la reivindicación. »

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