Institut Ramon LLull

Raquel García-Tomás: «Hay que procurar que la música de ahora forme parte del repertorio de un país»

paperllull.  BARCELONA, 22/11/2020

Entrevistamos Raquel García-Tomás, joven creadora interdisciplinar y compositora ganadora del Premio Nacional de Música por la ópera 'Je suis narcissiste' y que acaba de estrenar en el Liceu de Barcelona 'Per precaució', una pieza compuesta durante el confinamento.




La barcelonesa Raquel García-Tomás (1984) es una de las creadoras con más proyección de la música contemporánea catalana. Formada en la Esmuc y doctorada en el Royal College of Music de Londres, acaba de ganar el Premio Nacional de Música por Je suis narcissiste, una ópera bufa que "conecta con el público sin abandonar la experimentación", según el jurado. Su última composición, Per precaució, forma parte de 'Sis Solos Soles', estrenada en el Liceu de Barcelona.

 

Me gustaría empezar por el principio. Como llegas a la música?

Por una serie de casualidades. Cuando tenía tres años, mi abuela me regaló un teclado Casio. No vengo de una familia de tradición musical, pero sí es cierto que la hermana de esta abuela, que tenía mucha sensibilidad por la música, había tocado el violín de manera autodidacta. De pequeña, yo siempre estaba con el teclado arriba y abajo y tenía la sensación de "me gustaría saber tocar el piano". Pero en el barrio donde vivía no había ninguna escuela de música, ni conocía a nadie que lo tocara.

Dónde vivías, entonces?

En el barrio del Maresme, mucho antes del Fòrum, un barrio dormitorio, lleno de pisos de protección oficial. Teníamos pocos equipamientos y yo iba provando con el Casio. De repente, la maestra de música de la escuela, Lys Vilà, abrió una especie de centro extraescolar de música, que tenía estudios reglados de LOGSE de grado elemental. Empecé a estudiar música a los diez años. Lys fue quien animó mis padres para que me compraran un piano. No lo veían claro, era mucho dinero y se le hacía un armatoste. Pero Lys siempre los animaba. Cuando terminamos el grado elemental, ella me dijo que fuera al Conservatorio del Bruc a hacer pruebas. Y fue así que todo comenzó. Allí voy tirando, termino el grado medio y hago las pruebas del grado superior en la Esmuc. Y, más tarde, me doctoro en el Royal College of Music de Londres.

Cuando supiste que te dedicarías a la composición?

Antes de decidir que quería dedicarme a la música empecé la carrera de Bellas Artes. Me gustaban mucho las dos cosas. Mi instrumento era el piano, me gustaba componer, pero también las artes visuales. Y ya me ves, con 19 años, teniendo que elegir. Cuando hacía primero de Bellas Artes me decidí por la música. Entonces era muy buena en teórica y también se añade que en ese momento estaba en un buen momento con el piano. Ante la imposibilidad de convalidar asignaturas de Bellas Artes con el Conservatorio, dejé la carrera para prepararme bien el piano. La presión que me puse hizo que cogiera una tendinitis y me saqué el sexto año de grado medio en dos años.

Un momento clave, y duro: ni ibas a la universidad, ni podías tocar.

Volví a tocar, pero nunca de la misma manera. Estaba traumatizada, lo sentía como un fracaso. En la Esmuc hice pruebas de piano y composición., Me sabía muy mal tener que elegir. No entré en piano. Tenía muchos miedos e inseguridades, provocadas por la tendinitis. Pero sí entré en composición. La idea era hacer un año y ver cómo me iba. Una vez dentro, me doy cuenta que el perfil de los pianistas no era el mío, iban muy bien preparados y tenían otra manera de ser y de relacionarse con la música. Allí vi que quizás el camino bueno sí era el de la composición. Desde aquel momento, ya en la Esmuc, me doy cuenta que de base me gustaba componer, pero también tuve mi conflicto. ¿Se había acabado tocar el piano? Yo iba avanzando, pero notaba que el grado de conexión con el piano o cuando pintaba en Bellas Artes no lo estaba teniendo con la creación musical.

¿Y como resuelves el conflicto?

Cuando terminé segundo de carrera me fui a reflexionar, sola, una semana. Me di cuenta que estaba haciendo composición porque era responsable, pero que mi implicación, a nivel personal, no era al cien por cien.

¿Por qué crees que te pasaba?

Porque tenía miedo a la pérdida. Me había implicado mucho con el piano y había fallado. Y tienes miedo. Son muchas horas y es muy difícil. No quería dedicarme a algo que no me gustara y que, además, no me ofrecía mucho expectativa de tener trabajo. A partir de allí, adopté el compromiso firme de buscar la manera de sentirme bien.

¿Cuando supiste que habías conseguido y eres compositora?

He ido pasando etapas. La primera, con una obra para dúo de percusión, SKODJA, donde empecé a notar que se me despertaba una especie de amor con la composición, una introspección muy grande. La segunda, mi proyecto de final de carrera: era una ópera bufa, a partir del libreto de La serva padrona. Estas dos obras marcan el inicio de sentir que iba en buena dirección y de sentirme conectada como creadora.

En este camino habrás tenido compositores de referencia u obras que te hayan impactado.

¡Son tantos y tantas! En primero de la Esmuc, descubrí la música nueva, la del siglo XX, que en aquel momento me costaba entender. Recuerdo mucho una clase con el Bernat Vivancos donde nos puso una obra de un compositor noruego, Lasse Thoresen, Illuminations, double concerto for two Celli and orchestra. Me llamó mucho la atención. Además, pudimos conocer el compositor y fue muy importante para mí.

El también compositor Joan Magrané te definía en este artículo como a "creadora inclasificable y muy implicada en la multidisciplinariedad, especialmente en la relación imagen / música". ¿Tú cómo te definirías?

Lo que dice Joan me gusta, me parece cierto y halagador. Sí diría que más que "multidisciplinariedad" trabajo la "interdisciplinariedad". Pero no sé definir qué tipo de música hago. Es como cuando escuchas tu voz desde fuera, registrada, y no te reconoces.

 

Una escena de la ópera bufa 'Jes suis narcissiste', de Raquel García-Tomás

 

Siempre se critica que la música clásica contemporánea haya abandonado el público, con propuestas complejas para oídos no entrenados. ¿Qué opinas de esto?

Que generalizar es un error. Hay muchos tipos de músicas y también muchos tipos de público. La música contemporánea es cierto que tiene un punto de complejidad, alejada de lo que se escucha en el día a día. Pero hay ciclos como el Sampler Series del Auditorio, con mucho público y de todo tipo, que demuestran que se puede llegar a la gente.

De hecho, el jurado del Premio Nacional destacó de ti la capacidad "para conectar con el público sin abandonar la experimentación".

Cada uno tiene su propio lenguaje, todos los creadores somos diferentes. Se podrían hacer más campañas de visibilización, de hablar más, de la música contemporánea. Aún hoy, cuando digo a qué me dedico –"soy compositora"– la gente me pone caras extrañas... ¡y me pregunta si esto todavía existe! Para comprender cualquier discurso, se debe hablar y debe normalizarse. Quizá no habría una alta formación, pero sí acostumbrar al público a escuchar más este tipo de música. Es necesario que los equipamientos piensen en programar más nueva música.

Antes, la gente quería escuchar la música de su tiempo.

Y ahora es al revés. Los compositores contemporáneos somos residuales y los grandes programas y orquestas acaban tocando las músicas del pasado. Hay un desequilibrio, habría que procurar que la música de ahora forme parte del repertorio de un país. Si tocamos nuestras obras una vez y nunca más, vamos mal ...

Con Je suis narcissiste ha pasado el contrario, se ha hablado mucho.

Está dejando huella en el imaginario colectivo. Demuestra que no es sólo cuestión de lenguaje compositivo, sino de difusión, de hacer que se hable. Esto es lo que nos hace falta. Al final, difundir una obra es un mecanismo: tú lo puedes hacer muy bien, pero si las instituciones no te ayudan ni creen, pues está todo perdido.

Quizá por eso hiciste una "ópera bufa". ¿Como llegas, a Je suis narcissiste?

Por casualidad. Esta falta de referencias familiares me hacen pensar en cosas que escapan de lo normal. [risas] Lo que tocaría sería hacer una ópera seria, pero con la libretista pensamos que queríamos hablar del narcisismo... y nos salió con humor.

¿La música contemporánea ha perdido el sentido del humor?

No, no lo creo. Hay compositores que ahora lo hacen y siempre ha habido, de humor. Muchas veces se construyen cánones y se potencian ciertas tendencias, seguramente ha habido obras humorísticas, pero no han entrado en el canon "oficial" y no se habla. Y ahora pienso en el compositor Simon Steen-Andersen, por ejemplo.

Con Helena Tornero, la libretista, ya habíais trabajado anteriormente en disPLACE.

En el caso de disPLACE no nos conocíamos y fue una colaboración más tradicional. Justamente, la obra estava dividida en dos partes, una hecha por mí y la otra por Joan Magrané. En Je suis narcissiste hicimos muchas reuniones sobre tema y anécdotas, cuando tuvo el texto hecho me lo envió. Con quien sí trabajé de manera menos convencional fue con la directora de escena, Marta Pazos. Cuando teníamos el libro, antes de empezar la música, ya estuvimos diseñando cosas juntas. Imaginábamos la película, las dos. Hablábamos todos los días, le enviaba cosas, siempre con libertad total. Fue bidireccional, en este sentido.

Parece que dejes mucha más parte a la emoción que a la parte cerebral.

Yo también me lo pensaba, pero mis amigos me dicen que en realidad soy muy cerebral. [risas] Creo que tengo las dos cosas. Es una mezcla de los dos hemisferios. Entiendo la potencialidad de la emoción, para contrastar sensibilidades y para saber qué quieres crear en el espectador en una escena. Pero la lógica y la parte más cerebral y racional también están.

Estos días el Liceu ha programado Per precaució, que aborda un tema de mucha actualidad: los abuelos y las residencias.

Per precaució es un monodrama (o micro-ópera) con texto de Victoria Szpunberg, quien ya ha estado haciendo diferentes obras en torno a las personas mayores, por cuestiones personales suyas. Dolors Aldea dijo que sí a hacer el papel y ha sido perfecto. Hemos podido contar la historia de una señora mayor con una señora mayor. Es muy veraz, tiene una fuerza brutal. Veréis la historia de una anciana que se entera de que quieren llevar a una residencia. Es su discurso de resistencia, un apoderamiento pacífico, con fuerza y ​​crítica. Pero ella esta tranquila, tal como hace la gente mayor normalmente.

No se puede negar la conexión con todo lo que ha pasado durante el confinamiento.

El texto estaba hecho antes de la pandemia. Y a mí me llegó el mismo día que mi abuela entraba en la residencia, en el mes de enero. Pero empecé a componer durante el confinamiento. Y se nota, pasé mucho tiempo sola, de estar conmigo misma. El trabajo se ralentizó mucho. En parte, me sentía como la protagonista: estaba bien sola en casa y con todo cerrado. Era una sensación de "dejadme en paz". Tuve mucha conexión con la obra y con el texto. Ha sido un viaje muy bonito y muy intenso, porque en todo momento era muy consciente de todo lo que pasaba en las residencias.

 

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