Institut Ramon LLull

Aprender catalán con humor

paperllull.  BARCELONA, 19/07/2020

La lingüista Míriam Martin Lloret, nos habla de la necesidad de jugar con el catalán y de los beneficios de promoverlo de manera más amena. Y se pregunta qué hacemos con los "salvadores de la lengua" que tiene nuestra lengua, sobretodo en Twitter. 




A quién no le anima más aprender una lengua a través del humor, sin maestretitismo ni condescendencia? Para llevar la contraria, uno de mis palabras compuestas favoritos en catalán es maestretites ( 'persona que presume de saber mucho', formado a partir de 'maestro' y 'tites': forma infantil de llamar a las gallinas). A partir de aquí, podemos formar el derivado maestretitismo para nombrar este talante o forma de hacer. No aparece en ningún diccionario, qué decís?, escándalo? No, está bien formado. Promover el catalán, o cualquier lengua, de manera más amable no cuesta tanto. Con esto no quiero decir de forzarla con chistes lingüísticos (que también se pueden hacer) ni de hacerse el gracioso constantemente, sino de transmitirla con herramientas y recursos que faciliten un aprendizaje más didáctico y competencial, y menos memorístico. Me habéis pillado, me gusta la palabra maestretites, aunque no lo soy nada.

¿Por qué hablo de maestretitismo? Porque que el catalán tiene unos cuantos "salvadores de la lengua", gente que madruga cada día en las redes, sobre todo en Twitter, para corregir faltas de ortografía y que, incluso, corrige palabras extranjeras implantadas en el catalán hace años y años. Os lo imagináis? No es una realidad tan alejada de otros países vecinos. En Grecia, por ejemplo, me consta que hay maestretites de la lengua, pero no hay personajes destacados en el ámbito (o pasan más desapercibidos en las redes). En Italia, a principios de siglo XX, había una corriente de rechazo de neologismos y se hacían los llamados "diccionarios puristas", cuyo objetivo principal era registrar neologismos que no se incorporaran en el idioma. Esperamos no retroceder tanto en el tiempo y que no se hagan "diccionarios puristas catalanes". Esta corriente ultranza no nos interesa porque genera más inseguridad en el hablante, alejaos.

Partimos de que el catalán, a diferencia del inglés, del francés, del alemán o del español, es una lengua minorizada: sufre una restricción de sus ámbitos y funciones de uso, por lo que no es necesaria en la mayor parte de ocasiones o ámbitos. Una de las cosas que más nos preocupa de verdad es que el catalán se deje de hablar por las generaciones más jóvenes y que, por ejemplo, desaparezcan los pronoms febles. Porque el catalán, sin pronoms febles, no sería catalán. Así pues, la metodología a través del humor y del juego para dinamizar una lengua sin artificios, sin dar de comer con cuchara para que entre como sea, es la estrategia más inteligente. De hecho, en el ámbito de la enseñanza ya se utiliza la ludificación en el aula, recursos que utilizan la psicología del juego con fines educativos.

No todo es estándar y registro formal. La estandarización de la lengua para uniformar aspectos morfosinstácticos y ortográficos es capital para que tenga una base bien sólida (gracias, querido Fabra). Pero una lengua, sin riqueza dialectal ni registro coloquial ni informalidad ni pronunciaciones diversas, tampoco es una lengua (gracias, querido Alcover-Moll). El catalán es decir llavors y otros mil maneras (llavòrens, llavons, llavontes...); es decir on o a on, pero pronunciar "avon", "agon"; es decir rosella, pero también pipiripip; es pronunciar istiu... Para mí, el equilibrio de estos dos baremos es clave para que una lengua funcione en todos los ámbitos. Y el catalán es un idioma muy rico en variantes dialectales más coloquiales. Hay que fomentar más el aprendizaje de tu a tu y la transmisión oral de la riqueza léxica de todos los territorios de habla catalana. No echamos por tierra el gran trabajo descriptivo que hicieron Alcover-Moll en la gran obra Diccionario catalán-valenciano-balear. Al contrario, pongámosla en práctica y hacemos como ellos, pero a partir de herramientas digitales. Ha llegado la hora de que nos tatuemos esta frase: El catalán es válido en todos los ámbitos, en el bar también. No es necesario hacer una broma en inglés o hacer una pancarta en castellano para que tenga más gancho. El catalán es mucho más que un registro formal o neutro, mucho más que un estándar que sólo aprendemos a escuela.

Lo que más nos debe preocupar es no perder los aspectos morfológicos, sintácticos y fonéticos de la lengua. De extranjerismos llegan siempre (sobre todo en el ámbito tecnológico y el científico) y traducimos los que creemos necesarios. Adoptar terminología de otras lenguas no es sinónimo de empobrecer la lengua, al contrario, acaban formando parte de nuestro léxico. El catalán no se empobrece por culpa de los extranjerismos ni tampoco por culpa de el argot juvenil. El argot de los jóvenes es otra capa más de la lengua coloquial, necesaria, que puede convivir perfectamente con los otros registros: catalán informal y formal. Debemos ser conscientes y explorar el catalán coloquial con amor. Porque hablar en catalán mola mucho, si nos lo proponemos. Mola tanto como hablar en inglés porque, aunque el inglés es una lengua germánica, también tenemos puntos en común: compartimos palabras con raíces muy próximas (afer - affair; albergínia - aubergine; arribar - to arrive; pixar - to piss; xoc - shock; tastar - to taste, oncle - uncle ...); sonidos similares (la x de peix o xivarri se pronuncia como "ship"; la z de zona se pronuncia como "zone"); el uso del guión para escribir numerales (trenta-dos: thirty-two; cent-vuitanta-quatre: one hundred eighty-four); se usan los cuartos en las horas (en catalán se utiliza el sistema de cuartos, pero siempre se habla de la hora que tiene que llegar: un quart de cinc - a quarter past four); y, sí, también tenemos formación de palabras cruzadas, un recurso muy utilizado en inglés (boirum, de boirafum; cantautor, de cantant y autor).

Para mantener viva la llama del catalán, comienza a ser urgente crear más referentes culturales para los jóvenes, sobre todo en el ámbito audiovisual y tecnológico: videojuegos, plataformas de series, Youtube, Intagram o Tik-Tok. Hace tiempo que se impulsan plataformas digitales donde los jóvenes crean contenidos en Youtube, Instagram, Tik-Tok..., pero falta crear más contenidos divulgativos y más canales de difusión de la lengua que mezclen creatividad y sentido del humor para los más jóvenes, con un punto irreverente y más canalla. Hay que jugar con la lengua y hablar de todo abiertamente: de música, de sexo, de feminismo, de conflictos sociales, de derechos, etc. Este aspecto es clave: invirtamos más en esto, por favor.

Es un tópico, pero a quien no le gusta la figura del tió y del caganer? Ha quedado demostrado que es un reclamo internacional. A los catalanes nos gusta la escatología y tenemos maneras divertidas de insultar. Por ejemplo, para decir que alguien es un don nadie o un cero a la izquierda, tenemos: pelacanyes, un ningú, un trasto, el darrer cagalló de la tira, mitjamerda, pixabardisses… También tenemos muchos derivados de cagar para decir lo mismo:  ets un cagall, cagalló, cagarró, cagallot, cagarro, cagarro sec, cagandanes, caganaies, cagandances, cagarri, cagacalçons... Y tenemos mil maneras de echar un polvo o de mojar (cardar, catxar, boixar, fer-ho, barrinar, fotre un pinyol...) o de decir que nos masturbamos (fer el ditot, fer la mà, fer ralet-ralet, fer-se una pruna, llustrar la perleta, fussar-se-la….) Sí, podemos ser muy cerdos, no sabéis hasta qué punto! Y tenemos una retahíla de insultos y tacos para cagarse en Dios que no nos los acabamos (cagondeu, cagondena, cagontot…).Todo esto, amigos míos, también es el catalán. Los eufemismos en catalán serán muy divertidos, pero nos gusta también decir las cosas por su nombre, decir tant me fot o tant se me’n refot cuando no nos importa algo ya la vez reírnos de nosotros mismos. Os acabaréis de enamorar del catalán cuando aprendáis decir las horas con el sistema de campanario, que no es tan complicado. Una vez que entréis, ya no podréis salir.

Os presento el catalán como una lengua atractiva porque lo es. A lo largo de la historia, el catalán ha implantado préstamos del castellano, como los tiene del francés, del inglés, del italiano ... Y sí, también tenemos barbarismos entrañables: o piensen que guixeta ('armario' o 'taquilla') es una palabra del catalán? Es un galicismo. Hemos llegado a un punto que la lucha de los barbarismos, sinceramente, no es una prioridad. Tenemos un problema más grave de fondo que no podemos resolver cómo ciudadanos individuales porque no depende de nosotros, como aspectos legales, económicos y sociales que juegan en contra de la lengua, pero eso sería otro artículo, ¿verdad? El día que no nos emocionamos porque alguien aprende y habla nuestro idioma será una buena señal. Será señal que velamos por los derechos de la lengua, que vamos todos a una.

Mientras tanto, exploramos la coloquialidad y el argot de los jóvenes. Y inventémonos palabras, si es necesario! Busquemos herramientas para dinamizarlo y recursos lingüísticos propios: explotamos más el recurso de los compuestos catalanes, tenemos creatividad a raudales! Nos conviene más tener un rosegallibres o un colzepelat que no un "empollón" (motivado, por los más jóvenes), nos conviene tener antes un remenacassoles o un bufafogons que no un "cuinetes"; nos conviene comer más fregitalla que fritanga. Todo el mundo sabe que la mejor forma de apreneder una lengua es hablarla en el bar o en la calle. Estemos pues orgullosos de nuestra lengua y difundimosla lúdicamente, sin artificios

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